Son muchas las leyendas de Montserrat, una montaña muy característica y conocida en Cataluña. Cada cual más misteriosa, estas leyendas de Montserrat han sido transmitidas de manera oral y escrita. Aquí encontraréis las leyendas más conocidas de esta montaña y con ellas os adentraréis en los misterios que aguarda la montaña de Montserrat.
Leyenda de la Moreneta
Según la leyenda, en el año 880, un sábado por la tarde, unos pastores vieron descender del cielo una fuerte luz, acompañada por una hermosa melodía. El sábado siguiente, la visión se repitió. Los cuatro siguientes sábados los acompañó el rector de Olesa de Montserrat que pudo dejar constancia de esa visión.
El obispo de Manresa, al enterarse de la noticia, organizó una visita durante la cual encontraron la Santa Cueva en la que se hallaba la Santa Virgen, conocida como la Moreneta. El obispo Vila propuso trasladar la imagen a Manresa pero, al intentar moverla, era tan pesada que no la pudieron mover. El obispo interpretó este fenómeno como el deseo de la Virgen de quedarse en ese lugar y ordenó construir una capilla, que se convirtió en un centro de peregrinación.
Leyendas del Grial
El Reich tenía varias obsesiones, dos de ellas eran Arturo y la creencia de Hitler de ser un nuevo mesías, esto lo podemos leer en Mein Kampf: «Yo me creo en el deber de obrar en el sentido del Todopoderoso Creador: al combatir a los judíos cumplo la tarea del Señor». Si juntamos esas dos obsesiones, encontramos rápidamente la mayor del Führer: conseguir el Santo Grial. Le encargó esa misión a su hombre de confianza, Himmler.
En un primer momento buscaban el cáliz con el Cristo brindó en la última cena. Después, consideraron la posibilidad de que el Santo Grial fuese en realidad el Sang Real, la descendencia que María Magdalena había criado al sur de Francia. Hitler se veía a sí mismo como descendiente de este linaje. Todas estas creencias llevaron a Himmler a Montserrat.
Como hemos dicho, Himmler apareció en la puerta el 23 de octubre de 1940. Cuando le abrieron nadie entendía que era lo que quería ese hombre brusco así que llamaron al único del Monasterio que hablaba alemán: el monje benedictino Andreu Ripoll. Himmler le pidió (más bien le ordenó) que le llevara a la biblioteca y buscara toda la información que tuvieran sobre Perceval (el caballero encargado por Arturo de buscar el Grial y que no desistió incluso cuando las cruzadas estaban perdidas) y el Grial. Se pasó en esa biblioteca horas. El monje llegó a tener un enfrentamiento dialéctico con él por la afirmación hecha por Himmler de que Jesús era ario y los católicos lo habían ocultado.
A pesar de considerar a Himmler un personaje desagradable lo dejaron permanecer el tiempo que considerase necesario. Eso sí, una vez este se marchó en busca del Grial le hicieron saber a Franco su malestar y le pidieron (por medio del capitán general de Catalunya) tratase de evitar la visita de personajes tan desagradables.
Leyenda del Cavall Bernat
Otra de las leyendas de Montserrat más conocidas trata de una de las cimas más emblemáticas de todo el macizo de Montserrat: el Cavall Bernat.
Según cuenta la leyenda, a un leñador que debía transportar fajos de leña al Llobregat, se le presentó el diablo y le prestó un caballo llamado Bernat, rápido como el rayo, para que lo ayudase en tan arduo trabajo. “Cavall Bernat, Cavall Bernat, baixa la llenya al Llobregat” (Caballo Bernat, Caballo Bernat, baja la leña al Llobregat) se cuenta que el leñador le decía al caballo.
Pero quien hace pactos con el diablo algo tiene que dar a cambio… La condición que fue impuesta por el diablo fue que, al cabo de diez años, el leñador le había de proporcionar otro caballo de características similares.
El leñador, sigue contando la leyenda, se hizo rico con la ayuda del Cavall Bernat pero el día en que se cumplían los diez años, el diablo le recordó la promesa que, por otra parte, el leñador ya había olvidado. Ante esto, la mujer del leñador se puso a orar a la Virgen y una luz resplandeciente iluminó todo el recinto. Después de esto, tanto el diablo como el Cavall Bernat habían desaparecido y, en su lugar, se alzaba una enorme piedra señalando el cielo.
Leyenda del Timbaler del Bruc (El Timbalero del Bruch)
El hecho histórico del que parte esta conocida leyenda es la derrota de las tropas francesas dirigidas por el General Schwartz el 6 y el 14 de junio de 1808 delante de las tropas de los somatenes de los vecinos pueblos y soldados regulares. Fue la primera derrota sufrida por las tropas francesas.
La leyenda cuenta que el pueblo se armó como pudo con lanzas, piedras y palos, y un muchacho del pueblo que iba siempre con su tambor preguntó que qué podía hacer él. Los hombres del pueblo le contestaron que no hiciera nada y se quedara en casa. Los hombres que se conocían todos los rincones y escondrijos, pudieron con un primer ataque de los franceses, que se disponían pero a volver con más fuerza y más número de soldados.
Enfadado se fue a casa y comenzó a tocar el tambor a ver si se calmaba, pero por el contrario aún iba rabiar más. Tan fue así que cogió su tambor e hizo camino hacia las montañas de Montserrat. Al llegar vió desde las montañas como se acercan los franceses y el chico exclamó: «¡Ay madre!», y escuchó que las montañas devolvían su sonido. Entonces repicó su tambor y las montañas de nuevo con su eco hicieron resonar el sonido de su apreciado tambor.
Entonces el chico lo vio claro, lo que tenía que hacer era tocar cada vez más y más fuerte para hacer creer a los franceses que de la montaña de Montserrat se sentían miles de tambores. Su plan funcionó, los franceses al oír tan ruido se asustaron creyendo que se enfrentarían a miles de hombres y huyeron por piernas. Todo el pueblo se dio cuenta de la hazaña del muchacho del tambor y con los años se hizo una estatua para recordar a este pequeño héroe.
Se dice que la historia real trata de un joven nacido en Santpedor, Isidro Llussá, que descansaba al pie de unas rocas, junto con sus compañeros. La caída de unas piedras hizo que sonara su tambor. Este hecho les hizo sospechar la presencia de franceses y rápidamente pudieron sorprenderles por la retaguardia. Las tropas francesas, que se dirigían a Manresa, abandonaron rápidamente la montaña, sorprendidos por la presencia de los catalanes y, sobre todo, por el ruido del tambor tocado por Isidro y amplificado por el eco de la montaña.
Leyenda de los ovnis
Testimonios diversos, incluso multitudinarios como el de muchos ciudadanos de Manresa en el año 1345, aseguran haber visto luces en el espacio aéreo de Montserrat. En la década de los 70 hubo quien contó haber sido abducido por extraterrestres y posteriormente, aseguró que estos tienen su encuentro mensual allí los días 11, y más aún si se trata de martes dia 11. Normalmente, hay un gran numero de visitantes que van a rezar, meditar, cantar, bailar o simplemente pasear en una fecha tan especial.
También cabe destacar que si encontráis un grupo de gente, seguramente serán reuniones dedicadas a los ovnis, con gente a la que le gustan los misterios y esperan ver la aparición de éstos mientras hablan sobre temas relacionados.
Leyenda de las encantadas
Estas deidades están asociadas con la tierra y el mundo subterráneo, el significado simbólico de las cuevas tradicionalmente se ha relacionado con los misterios del nacimiento y de la muerte o como entrada a los infiernos o al mundo de los muertos, por eso fueron utilizadas desde la prehistoria como lugares de enterramiento. Pero las grutas son también representaciones del vientre generador de la Madre Tierra, lo que las convertía en lugares de nacimiento de los dioses, héroes, espíritus y otros seres mitológicos.
La leyenda explica que antes habitaban en Montserrat unas encantadas a las que no les gustaba que subiera gente a visitar la montaña. Hacían todo lo que podían por impedirlo. Para ello, plantaban manzanos en los márgenes de los caminos cuyo fruto apetecible tentaba a los paseantes, aquellos que no podían resistir el placer de probarlas y les hincaban el diente eran convertidos en piedra por las encantadas. Cuenta la leyenda que las curiosas formas de las piedras que conforman el macizo se deben al hechizo de estas criaturas mitológicas.
Desde antiguo, la manzana siempre ha sido un emblema pagano de la inmortalidad y la transformación en piedra un símbolo mitológico que ya encontramos en la antigua Grecia y Roma. Una mujer que tiene la capacidad de petrificar simbolizaba el carácter mujer-demonio, a la madre que da la muerte, al lado oscuro de la feminidad.
Leyenda de la fundación de la abadía de Montserrat
Fra Joan Garí es un personaje legendario, vinculado a la historia de la fundación de la abadía de Montserrat.
Explica que, hace mucho, muchísimo tiempo, vivía en Montserrat un anacoreta llamado Joan Garí. Tenía fama de ser muy austero, vivía comiendo frutos del bosque y bebiendo el agua de un manantial cercano a su cueva.
El demonio sintió envidia de este hombre santo y famoso por su piadosa vida, así que decidió amargarle la existencia y poner a prueba su pretendida santidad, para ello no escatimó tentaciones. Lucifer abandonó las cuevas del Salitre disfrazado de un ermitaño muy viejecito, con aspecto venerable, tratando de hacerse el encontradizo con Joan Garí. Cuando se vieron, el ermitaño le preguntó al diablo que quién era y dónde vivía, el demonio contestó a todas sus preguntas y además le dijo que estaba haciendo una penitencia en una cueva muy pequeña y que sólo salía, al exterior, una vez cada diez años.
Tan sabio encontró el ermitaño al diablo que le tomó por maestro. Y, cada tarde se encontraba con él para explicarle sus dudas y todo lo le pasaba. Pero, aunque el diablo trataba de llenar de dudas y tentaciones al pobre Juan, ni siquiera con sus triquiñuelas conseguía apartarlo ni un poco de la santidad, su fe era muy firme.
Pero, el diablo, herido en su amor propio por la derrota ante el ermitaño, calculó una trampa con la que pensó aniquilar al pobre santón.
Creyó que la solución estaba en demonizar el cuerpo de la doncella Riquilda, hija del conde Guifré el Pelós.
La posesa no paraba de gritar que sólo se curaría si Joan Garí era el que le practicaba el exorcismo y por ello el conde Guifré decidió llevarla a Montserrat inmediatamente. Allí la curó Joan Garí rezando en silencio, pero por miedo a que no volviera a quedar poseída de camino a Barcelona, el conde le rogó que admitiera durante varios días a su hija en la cueva. Garí dudaba, pero finalmente aceptó la petición. Inseguro de sí mismo, al ver que la tentación invadía sus pensamientos, fue a buscar al falso ermitaño, pero el diablo, en vez de apaciguar sus pensamientos, les enardecía más y lo instó a seguir sus deseos. Vencido por la tentación, fray Garí forzó la chica y la violó. Horrorizado por su falta, fue nuevamente a pedir consejo al ermitaño, y éste le aconsejó que el mejor camino para liberarse de la tentación era deshacerse de la chica.
Muerta la doncella, el ermitaño enterró el cuerpo en un lugar recóndito. Una vez hecho esto, el falso ermitaño se mostró de repente en su auténtico aspecto, y viendo que el Diablo le había engañado, Fray Joan marchó llorando esa misma noche hacia Roma para pedir el perdón del Papa. Pero, se lo denegó y le condenó a vagar por las montañas como una bestia, sin poder ponerse erguido, ni hablar con otro ser humano, ni lavarse… Todo lo descrito debía hacerse hasta que Dios, en boca de un niño, lo perdonase.
Tardó tres años para llegar nuevamente a Montserrat, donde vivió solo durante siete años, cumplió su penitencia viviendo en una cueva igual que una bestia, con el cuerpo curvado y cubierto de pelo, y alimentándose de raíces. Fueron pasando los años y un día unos nobles caballeros cazaron aquella bestia inhumana, y lo encerraron en una jaula con la idea de llevarlo a Barcelona y regalarlo al conde.
Casualmente en aquellos meses la condesa había dado a luz a un niño, el príncipe Miró y se festejaba su bautizo con toda solemnidad y sacaron la bestia que habían capturado en Montserrat durante la celebración del banquete. El público lo miraba con curiosidad cuando el bebé que llevaba en el regazo la nodriza pronunció estas palabras:
«¡Garí, ponte derecho, que tus pecados te han sido perdonados!»
En aquel momento, ante la sorpresa de todos los asistentes, el ermitaño penitente se incorporó y el conde tras reconocer al santón, ordenó lavarlo y cortarle el pelo y, le preguntó por su hija Riquilda. El pobre fray Garí confesó su crimen, imploró una penitencia por su pecado. El Conde magnánimo le perdonó y le rogó que le revelase el lugar donde se encontraba su hija muerta para darle un enterramiento digno en Barcelona.
La comitiva presidida por el ermitaño llegó hasta el lugar donde se encontraban los restos de la muchacha y ante la sorpresa de todos, la chica apareció sana y salva por obra de la Virgen. Y, en agradecimiento, decidió quedarse en la montaña de Montserrat, donde el conde -feliz de reencontrar a su hija con vida-, hizo construir un monasterio de monjas, que en el futuro sería llamado de Santa Cecilia, del cual la joven Riquilda fue la primera abadesa.
De Montserrat, aparte de sus múltiples encantos, es lugar digno de visitar por muchos otros motivos: A destacar, aparte de la Basílica, el Monasterio, el Museo y el antiguo claustro gótico.
En Cataluña existe un antiguo refrán que dice así: “Qui no es casa a Montserrat no es ben casat» (Quien no se casa en Montserrat no es bien casado). Lo que sí es cierto es que, para casarse allí es preciso pedir fecha y hora con muchísimo tiempo de antelación.
Después de leer estas leyendas de Montserrat ¿Tenéis curiosidad de conocer de cerca estos rincones?